LA LABOR DOCENTE MERECE RESPETO.
La mayoría de los docentes en Colombia somos conscientes de nuestro compromiso con la sociedad, hacemos lo posible por permanecer en casa y dar ejemplo en el respeto a las leyes y normas de comportamiento que establecen las autoridades en esta época de crisis por la pandemia del covid-19.
El temor a perder la salud y la vida ha llevado a multitud de personas a mejorar la comunicación con Dios buscando fortalecer la fe en ÉL. Si nos fortalecemos en la fe, siempre habrá la esperanza en un mañana mejor.
El problema del Covid-19 nos afecta a todos: docentes, padres de familia, estudiantes y comunidad en general.
El Ministerio de Educación Nacional ha tomado una serie de sabias medidas para permitir que los niños y jóvenes gocen desde sus casas del servicio de la educación virtual, pero evitando causar traumatismos en los hogares colombianos.
Ante tanto problema social, nuestros estudiantes están expuestos a diario a inmiscuirse en conflictos familiares y sociales que los lleva a vivir ansiedad y estrés alejándolos de la felicidad y del encuentro del sentido de la vida, perjudicándoles notablemente en las actividades académicas. Quienes hemos tomado esta pandemia con seriedad y responsabilidad somos conscientes que, al interior de las familias, se viven momentos de angustia y de temor, y que no es solo el estudiante y el padre de familia, sino también el docente quien arriesga su vida y su salud con tan mortal virus y a los desequilibrios emocionales a que esta tensión conlleva; Pero que el docente por su vocación, reflexiona y acciona en la búsqueda de ser un protagonista en la resolución de conflictos y de cómo facilitar herramientas y habilidades para contribuir con el mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad desde el hogar y desde el aula de clase.
Ante tanto problema social, nuestros estudiantes están expuestos a diario a inmiscuirse en conflictos familiares y sociales que los lleva a vivir ansiedad y estrés alejándolos de la felicidad y del encuentro del sentido de la vida, perjudicándoles notablemente en las actividades académicas. Quienes hemos tomado esta pandemia con seriedad y responsabilidad somos conscientes que, al interior de las familias, se viven momentos de angustia y de temor, y que no es solo el estudiante y el padre de familia, sino también el docente quien arriesga su vida y su salud con tan mortal virus y a los desequilibrios emocionales a que esta tensión conlleva; Pero que el docente por su vocación, reflexiona y acciona en la búsqueda de ser un protagonista en la resolución de conflictos y de cómo facilitar herramientas y habilidades para contribuir con el mejoramiento de la calidad de vida de la sociedad desde el hogar y desde el aula de clase.
Hoy le pido a las autoridades educativas que por favor traten de respetar la autonomía de los docentes, la vasta experiencia que a través de la enseñanza-aprendizaje se ha logrado y lo que cada uno de nosotros desde nuestro bagaje intelectual tratamos de brindar para hacer de Colombia un mejor país.
Que la pandemia sea la luz por donde podamos ver nuestros propios defectos, sin dejar de ver las grandes virtudes de los demás.
Las instituciones educativas por ser los claustros donde se imparte educación, deben ser modelo de virtudes como la unidad, el servicio, el compañerismo y el amor.
Que ningún hogar en Colombia sea víctima de la irracionalidad y la soberbia que algunos hombres y mujeres quieren imponer cuando gozan de unos cuantos efímeros segundos de poder.
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