Ocaña es una leyenda, una fábula, un verso, un poema...
lunes, 14 de mayo de 2018
POEMAS DEDICADOS AL MAESTRO
Soy maestro
no de aquellos que retuercen las mentes inanes
Para lucrarse en beneficio propio,
enlutando los pobres espíritus con migajas de pan
que lanzan desde palacio con manos untadas de ignominia.
Soy maestro
no de aquellos que retuercen las mentes
con el veneno de la soberbia y del poder
para hacer de los pueblos campos de guerra
bañados de sangre, de hambre y dolor.
Soy maestro de maestros
que retuerzo la mente de los niños
con la filosofía de Dios y de hombres de ciencia
abonándolos como hermosas plantas florecidas
que decoren la nueva sociedad con sus talentos.
Soy maestro de maestros
que retuerzo la mente de los niños con creatividad sana,
con amor y respeto por el arte,
Por la moral, y la ética,
máxime por la fe en Dios y por un mejor mañana.
Soy maestro de maestros,
retorceré por siempre la mente de los niños
hasta sembrar en ellos la virtud de saberse gobernar
y no dejarse gobernar por las sombras
que mancillan sus días en la ignorancia y el oprobio.
Johnny Armando Sánchez Angarita (Docente)
Derechos reservados de autor.
Ocaña Colombia. Mayo 15 2018
MAESTRO:
¡Sólo tú, valórate como maestro!
La sabiduría se arroja a tus pies
para que te dignes apreciarla.
Con ella, eres el arquitecto de la sociedad
que sólo tú puedes construir.
Eres el escultor que esculpe el alma y el corazón de la infancia
con el cincel del conocimiento.
Maestro:
persigue la sabiduría, sólo con ella,
eres la luz que aísla la ignorancia
de los oscuros nubarrones de la desgracia.
Maestro:
La sabiduría se impregna en la invisible hebra del necio y corrompido ser;
llena de júbilo las turbulentas aguas
alejando los indignos instintos del sepulcro,
confunde los pasos del torpe,
rasga el telón de la ignorancia,
vislumbra lo más oculto del infierno
y fértil como las playas del Nilo
se desnuda hasta florecer
en las audaces y mesuradas esencias del desierto.
En ella maestro, arden las palabras como el fuego,
despoja las tinieblas sin cesar,
es la espada que destruye al enemigo,
la sabiduría es el paraje del amor, la justicia, la instrucción y la verdad.
Ella como los maestros, es despreciada como la más vil por los necios,
pero es más valiosa que el oro a los sensatos,
purifica el antro oscuro de los muertos,
honra sin sigilo a quien detesta a los infiernos,
redime con su luz al fiel y al honesto,
ignora al que se mofa de volver cautivo entre los tontos
a destruir lo más sagrado en el fondo cruel de los ingenuos.
Maestro:
¡Sólo tú, valórate como maestro!
Johnny Sánchez. (Docente)
Derechos reservados de autor. Ocaña-Colombia.
NIÑOS EN LA OSCURIDAD:
Hoy a través de este poema expreso mis sinceras felicitaciones a mis compañeros maestros, especialmente a quienes laboran en el sector rural. Cuando laboré en el sector rural pude darme cuenta que uno de los pilares fundamentales de la comunidad es el maestro. El maestro tiene un gran compromiso, él es la luz que ilumina el sendero de los jóvenes. El niño del sector rural aprende a amar el medio ambiente, a cuidarlo y a vivir de acuerdo a un nuevo sistema de vida. A ese maestro que enseña a los niños a adquirir sentido de pertenencia con su comunidad, a amarla, a mejorar sus condiciones de vida decirle de todo corazón feliz día maestro. Usted compañero maestro es un privilegio de Dios.
En este poema expreso la nobleza de las comunidades rurales, y elevo una voz de protesta al Estado colombiano por la demora que se presenta en algunas ocasiones en el nombramiento de los profesores, dejando las escuelas del campo abandonadas, y a los niños en su desnuda oscuridad. Felicitaciones Maestros...
NIÑOS EN LA OSCURIDAD : La aurora refleja las bendiciones del nuevo día;
allí están las ilusiones, la esperanza y el amor.
Los niños sueñan con ir a la escuela,
Sin embargo, son llevados a ordeñar vacas,
a hacer arepas o a sembrar.
Los niños de la vereda
dicen saber achicar
como cualquier vaquero
quebrantado en la penumbra.
Ellos cargados de leña
por empinados caminos,
añoran un nuevo amanecer,
un nuevo maestro, una nueva lectura, un nuevo compartir.
la escuela está allí; permanece triste, sola,
a la espera de los niños y del profesor.
Nadie sabe porque se lo llevaron;
la huerta escolar desapareció,
se cansó de esperar al maestro.
Las gallinas, los cerdos, los caballos,
los perros y los burros,
andan alrededor de la escuela;
qué lástima con el jardín;
¿qué sería de las dalias,
de las rosas y las azucenas?
Los arbolitos de mango, de limón y de aguacate;
debieron morir de sed o pisoteados por las bestias.
La vida del campo es hermosa;
La neblina se despliega
como cubriendo las montañas y los campos
de esperanza, de paz y amor.
Es tan fuerte el viento al atardecer
que los árboles bailan
al son de las notas que emiten sus ramas.
Los niños quedaron con la idea de ser profesionales; no es fácil.
¿Cuándo les nombrarán el maestro?
La mula de la vereda
se volvió leyenda por esos caminos;
ella es muy decente, muy educada,
aparte de llevar al maestro, le llevaba los libros;
siempre iba callada, como si fuera leyendo
y bien concentrada en la lectura.
Los pasos de la mulita eran tan bien dados,
que el profesor pensaba que la mulita los iba contando;
¡qué curioso!
La mulita subía y subía, solo se detenía al llegar,
aunque no dejaba de trabajar
ella sabía que bajaría al profesor el fin de semana.
No era lo mismo para la mula
llevar leña u otros bultos en sus lomos,
ella demostraba elegancia y gallardía
cuando andaba con el maestro.
Ella es muy inteligente;
tiene en cuenta lo que desde muy pequeña escuchó:
“dime con quien andas y te diré quién eres”.
Los niños extrañan el ambiente escolar;
sus sueños duermen
como contemplando el monumento a la educación
que representan las blancas paredes
que denominan escuela.
¡Ah! y la bandera de Colombia
quedó allí a la intemperie
demarcando un territorio
donde posiblemente
algún día se eduque un niño.
Torrenciales aguaceros desquebrajan
la desnudez del camino
como queriendo mostrar con disimulo
bañadas laderas silenciosas
que ocultan perennemente
mitos y leyendas vestidas por los años.
En otrora subió un jinete
En otrora, sobre la mulita.
No ha vuelto a cabalgar su voz;
¡Ah ¡verdad; a él, al profesor se lo llevaron;
No sabemos por qué,
Él desapareció como el huerto.
la escuela está allí; permanece triste, sola,
a la espera de los niños y del profesor.
Nadie sabe por qué se lo llevaron;
¿Cuándo volverá un maestro?
(Autor: Johnny Armando Sánchez Angarita,
Docente - Ocaña- Colombia)
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